HISTORIA DE CÁCERES
Los primeros indicios de presencia humana en la zona se remontan a la Prehistoria, aunque no hubo asentamientos permanentes hasta el siglo I a.C., momento en que los romanos construyeron varios campamentos junto a la Vía de la Plata. El conocido como Norba Caesarina es el origen de la ciudad.
En el siglo V d.C. los visigodos destruyeron estos campamentos y durante varios siglos la zona quedó despoblada.
En el siglo XII los árabes volvieron a fundar la ciudad y la amurallaron. A partir de este momento, se sucedieron las luchas entre musulmanes y cristianos por su control.
El 23 de abril de 1229 Alfonso IX, rey de León, la reconquistó definitivamente y le concedió el título de Villa libre.
Cáceres fue repoblada por leoneses, gallegos, asturianos y castellanos. Los tres primeros grupos vivían en el barrio de San Mateo, en la parte alta de la ciudad, mientras que los castellanos lo hacían en la parte baja, en el barrio de Santa María.
Los nobles de los dos bandos estaban continuamente enfrentados por el poder en la ciudad y los episodios violentos se sucedían.
Con su llegada al trono, Isabel la Católica terminó con esta situación, ya que Cáceres pasó a ser Villa de Realengo, prohibió los bandos y mandó desmochar las torres y eliminar los elementos defensivos de los palacios y casas de la ciudad.
Los siglos XIV, XV y XVI fueron siglos de gran esplendor, en los que se construyeron la mayor parte de los edificios monumentales que se pueden ver hoy en día.
Durante el siglo XVII Cáceres sufrió una gran crisis que, en parte, se atenuó en el siglo XVIII, principalmente con el nombramiento en 1833 como capital de la Alta Extremadura.
En la segunda mitad del siglo XIX la ciudad comenzó, finalmente, a crecer gracias al descubrimiento de unos yacimientos de fosfatos en Aldea Moret y de la llegada del ferrocarril.
En los últimos tiempos, el turismo se ha convertido en un importante motor económico de la ciudad, principalmente desde que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1986.